La mayoría de las localidades de la región depositan sus residuos en el relleno sanitario de Ricardone. Las proyecciones de Resicom, la empresa que lo gestiona, dan unos 10 años de margen antes de un escenario de colapso y ya se planifica la construcción de otro relleno, en un terreno aledaño y de superficie similar, que garantizaría el enterramiento por 20 años más. No obstante, desde distintos sectores se considera que es necesario pensar en alternativas. Juntos por el Cambio reclama la puesta en marcha de la planta de reciclaje inactiva de Villa Gobernador Gálvez, mientras que las organizaciones ambientalistas cuestionan los “basurales” como metodología. En medio, el año que viene vence el contrato que el municipio tiene con la firma.
El relleno sanitario de Ricardone forma parte del centro de tratamiento y disposición final “La Gallega” construido por Resicom en 1998. Durante los primeros años operó como base de recepción de los residuos de esa localidad y algunas aledañas, pero la situación cambió en forma radical en 2003 cuando la empresa suscribió un contrato con la Municipalidad de Rosario y empezó a recibir allí entre 600 y 700 toneladas diarias de basura.
En diálogo con Suma Política, Daniel Blanco, ingeniero ambiental de Resicom, indicó que hoy la firma recibe un promedio de 1.000 toneladas diarias de residuos desde las 15 localidades con las que trabaja. De ese total, Rosario participa con unas 800 toneladas por día.
El predio tiene unas 30 hectáreas y se encuentra a unos 3 kilómetros de las zonas urbanas de Ricardone, Capitán Bermúdez y Fray Luis Beltrán. Allí se trabaja las 24 horas del día en turnos de 8 horas de lunes a sábados al mediodía, con residuos que llegan de Rosario, San Lorenzo, Granadero Baigorria, Capitán Bermúdez, Roldán, Fray Luis Beltrán, Ibarlucea, Álvarez, Ricardone, Piñero, Pueblo Andino, Luis Palacios, Puerto General San Martin, Aldao y Pujato. Entre todas suman una población estimada en 1,2 millones de personas, algo así como 26 estadios de Rosario Central repletos.
Según explicaron desde Resicom en el lugar se hace una distribución y tratamiento de los residuos que permite achicar el volumen de lo que se recibe en hasta un 40 por ciento, lo que permite ahorrar espacio. “Estimamos que quedan unos 10 años para llenar el lugar. Pero todo depende de la cantidad de residuos que recibamos”, señaló Iván Valderrey, uno de los directivos de la firma. Hoy en día, cerca de la mitad del espacio ya está cubierto con montañas que llegaron a su capacidad máxima en función del tope de altura permitido: 24 metros.
De todas maneras, desde la firma confirmaron la adquisición de un terreno lindero, de superficie similar —unas 30 hectáreas— donde se planifica continuar con las tareas de disposición final bajo la modalidad de relleno sanitario. “Ya está autorizado, con estudios de impacto ambiental aprobados”, confirmaron a este medio.
El terreno fue comprado hace unos cuatro años. Bordeando el perímetro del lugar se observa una hilera de árboles plantados hace poco tiempo. “Con eso tendremos por lo menos unos 20 años más partiendo desde cero”, estimó Blanco. Es decir, una vez que en unos 10 años el relleno actual llegue a su capacidad máxima, con la obra que se planifica en el terreno anexo se garantizará la disposición final de los residuos de la región por dos décadas más. “Uno de los problemas que tienen las grandes ciudades, Rosario lo tiene resuelto, porque acá estás alejado, nunca se cortó el servicio, está bien dispuesto, monitoreado por la provincia y los órganos controladores”, aseguraron.
Desde la empresa también explicaron que existe una relación directa entre la generación de residuos y las condiciones económicas y sociales de la población, lo que hace que vaya fluctuando el nivel de basura que reciben. “Se da que a mayor poder adquisitivo mayor generación de residuos y en contextos de crisis económicas empieza a bajar. Nosotros hace algunos años teníamos un promedio de un kilo por persona por día, y hoy estamos en los 700, 750 gramos. Eso, sumado a las políticas que hay de clasificación y reciclado que están dando buenos frutos, hace que lleguen menos residuos”, sostuvo Valderrey.
Inversión fallida
A principios de julio el Concejo aprobó una prórroga por dos años del actual sistema de Higiene Urbana. En esa sesión Juntos por el Cambio logró que el cuerpo aprobara un pedido formal dirigido al gobierno provincial para poner en marcha el Centro de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (Girsu), ubicado en Villa Gobernador Gálvez.
Se trata de una planta de reciclaje construida en 2017 con fondos nacionales y aportes provinciales que rondó los 220 millones de pesos. La planta se terminó pero nunca llegó a ponerse en marcha y desde el espacio señalan que gran parte de las maquinarias se deterioraron y muchas deberán reemplazarse sin siquiera haberse estrenado. En el lugar también funciona un relleno donde algunas localidades depositan residuos verdes, pero nunca llegó a ingresar un camión con basura.
“La planta se está arruinando. Si a semejante instalación no la ponés en marcha se oxida, se traban los motores, nos dicen que las cintas que tienen que transportar la basura tienen 20 centímetros de guano de paloma en la superficie. Indudablemente hay que ponerla en marcha a como dé lugar”, señaló el concejal de Juntos por el Cambio Carlos Cardozo.
La inversión —hasta el momento despilfarrada— no estuvo solo vinculada al dinero para levantar la planta, sino que también se hicieron obras de vialidad para garantizar la accesibilidad de los camiones al lugar. En concreto se realizó una bajada directa desde la autopista para evitar que todos los camiones de la región pasen por la zona urbana de Villa Gobernador Gálvez.
Para Cardozo el lugar podría pensarse como una posible alternativa a Ricardone en el mediano plazo. Pero para eso se necesita un empuje fundamental: que Rosario empiece a llevar al menos una parte de sus residuos diarios a esa planta como para justificar una nueva inversión: “No veo que se pueda destrabar hasta que Rosario no se involucre, porque el resto de las localidades no generan una cantidad de basura suficiente como para poner en marcha toda la maquinaria del lugar”.
El concejal sostuvo además que los temas ambientales se deben pensar en términos metropolitanos y si bien consideró que hoy no existen problemas de espacio en Ricardone, sería bueno adelantarse. “Tenemos que empezar a pensarlo como región. Hoy la única opción es Ricardone pero si el día de mañana tenemos algún inconveniente, ¿dónde llevamos la basura de toda la región? No es algo que vaya a pasar ahora. Pero es algo que tenemos que empezar a pensar ahora”, evaluó.
Zona de conflictos
Mirko Moskat, integrante del Taller Ecologista de Rosario, pone en discusión el término “relleno sanitario” para hablar de basurales: “Así es como lo llaman quienes viven en Ricardone. El término relleno sanitario, más allá de aspectos técnicos, termina siendo un eufemismo que suele agradar a los funcionarios, que tienden a maquillar el impacto real de estos mega basurales”, sostuvo.
Desde el espacio ambientalista consideraron que los rellenos sanitarios tienden a entrar en crisis: si no es por cuestiones de espacio, es por la conflictividad que se puede generar con los habitantes de la zona. “Con los años las fronteras del basural y la zona poblada tienden acercarse y en algún momento el conflicto aparece —advirtió Moskat—. Si bien no necesariamente hay un conflicto inminente, nos estamos dirigiendo hacia ese escenario”.
Antes del contrato con la planta de Ricardone, los residuos de Rosario tenían como destino tres rellenos sanitarios ubicados en la zona del Puente Gallegos, sobre el camino viejo a Soldini, en el sudoeste de la ciudad. El lugar funcionó activamente entre 1995 y 2003, cuando cerró en medio de una serie de reclamos por parte de los vecinos del lugar que denunciaban malos olores y afecciones de tipo respiratorias o alérgicas.
En 2011 la Justicia condenó a la Municipalidad de Rosario a indemnizar a una decena de familias del lugar que denunciaron daño ambiental. En el fallo se descartó contaminación del suelo o del agua, pero sí se acreditó que los vecinos “sufrieron la exposición al olor de los gases producidos por la descomposición biológica de la basura depositada en los rellenos”. Al municipio se lo acusó de incumplimiento en los deberes de la higiene y salubridad pública y de no controlar el accionar del prestador del servicio, en ese caso la empresa Milicic S.A.
En el caso de Ricardone, Valderrey recordó que en los primeros años de funcionamiento también se presentaron inconvenientes con los vecinos pero aseguró que hoy la situación es distinta: “Apenas se inició tuvimos algunos inconvenientes porque la operatividad se fue mejorando con el tiempo. Pero hemos bajado notablemente hace varios años lo que es la generación de olor y manteniéndolo tapado, más algunos que otros cuidados se fue mejorando. Hoy estamos en buenas condiciones con los vecinos más cercanos”.
Lo que viene
Si bien el Concejo acaba de aprobar la prórroga por dos años al actual Sistema de Higiene Urbana de la ciudad para trabajar en una nueva licitación, el 2023 tendrá por delante una nueva discusión en materia ambiental: el vencimiento del contrato que mantiene el Municipio con Resicom.
En ese marco, Valderrey no solo manifestó la intención de renovar el contrato sino que también destacó las “políticas de clasificación” que se fueron adoptando tanto en la ciudad como en la región. “Todo lo que se está haciendo para achicar la cantidad de generación de residuos nosotros lo vemos reflejado. El 90 por ciento de lo que sale de las plantas de reciclado de Rosario, San Lorenzo o Puerto General San Martín es residuo que ya no puede volver a ser clasificado. Realmente se ha avanzado, no sé si a los niveles que uno desearía, pero sí que hay un camino que se ha empezado a hacer y que va avanzando de a poquito”, consideró el representante de la empresa.
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Periodista. Licenciado en Periodismo (UNR). Conductor y productor en radio Aire Libre (91.3). En Twitter: @NachoCagliero
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